martes, 14 de octubre de 2014

Felicidad

Últimamente me he encontrado en varias conversaciones en las que las personas se empeñan en no ser felices, en demostrar que todo lo que pasa a su alrededor es mala suerte, en ver sólo la parte negativa de las cosas que suceden o en entenderlas todo lo mal que se pueda y en lo desgraciada que resulta su vida. ¿Por qué?


¿Por qué complicamos nuestras vidas como si importasen más que las de los demás? La vida no puede dejar de ser un regalo y como tal debemos, no TENEMOS que aprovecharlo. Es verdad que nos vemos a veces superados por la rutina diaria, por los hijos, por tantos motivos de estrés, pero tenemos que entender que nuestra vida será tal y como nosotros queramos que sea. Y para vivir mejor no hace falta mucho dinero, sólo hace falta el lenguaje, el lenguaje de contarnos bien las cosas, de contarnos las cosas para ganar y para salvar a los que nos rodean, no para perder o para que el de al lado lo pase mal.

¿Cuándo nos daremos cuenta del poder de las palabras? Los animales también se comunican, pero no tienen un lenguaje tan rico como nosotros, eso es lo que verdaderamente nos diferencia de ellos. El poder del lenguaje. Del lenguaje verbal y del lenguaje corporal. Tenemos que entender qué es lo verdaderamente importante y eso somos cada uno de nosotros.Mi vida no vale más que la tuya, pero tampoco menos. Si haces algo que no entiendo, no trato de sacar conclusiones del tipo "es por fastidiarme" o "es que es una mala persona", etc., no. Lo que trato es de entenderlo preguntando si tiene mucha importancia para mi o no darle importancia, pero ninguna.

¿Y qué es lo importante? Lo importante soy yo y las personas con las que comparto cada día de mi vida. Si tienes hijos, no sólo son importantes, sino que además son tu obligación. Si vives en pareja, eso es lo importante. Si vives con tus padres y/o hermanos, entonces esos son los que deben ir detrás de ti. Y si haces algo y alguien te critica, ¿qué importa? ¿por qué es importante para ti esa crítica? Si tiene razón quien la haga, a lo mejor deberías dársela y si no, ¿por qué seguir dándole vueltas al asunto?

Si un vecino o conocido hace algún comentario desagradable, ¿por qué le das más valor que los que hacen tus verdaderos amigos y la gente que te quiere?

Hay que comprender el poder de las palabras, así como me cuento las cosas que me pasan, así seré de feliz o de infeliz. La felicidad no la da el dinero, ni el trabajo, ni nada. La felicidad me la doy yo. Y para conseguirla tengo que permitirme ser feliz. Humildad, Relatividad, Humor, Ironía y Amor Propio son los ingredientes de la fórmula para lograrlo.

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